viernes, 29 de enero de 2016

El poder de las palabras

Corta o larga esta legislatura se promete entretenida. De un congreso salido de los debates nocturnos de La Sexta no podía esperarse otra cosa. Y, ojo, no será porque no se advirtió con tiempo. La política en España no interesaba a casi nadie y eso, en cierto modo era hasta bueno. No me canso de repetirlo, un país que vive al margen del politiqueo es un país libre y próspero. Los suizos, por ejemplo, se preocupan muy poco de las cosas que suceden en la Asamblea Federal de Berna. Esto es así porque los políticos suizos tienen poco poder. Por más empeño que le pongan la ley les impide meterse demasiado en la vida de sus conciudadanos, amparados en una legislación que les protege de los excesos del poderoso y en la soberanía cantonal. No es casualidad que la constitución helvética –muy reciente, del año 99– ponga tanto énfasis en la economía de libre mercado y en la necesaria limitación del poder central encarnado en esa misma asamblea. Tampoco es casualidad, aunque yo diría que es consecuencia de lo anterior, que Suiza sea uno de los países menos corruptos del mundo y, como usted ya sabrá, es uno de los más ricos y pacíficos. En todas estas bendiciones tiene mucho que ver un pequeño detalle que a muchos les pasa desapercibido, la constitución suiza invoca directamente a un concepto que por estas latitudes políticas es desconocido: la responsabilidad individual.

miércoles, 27 de enero de 2016

El podcast de FDV

Desde hoy o, mejor dicho, desde ayer dispongo de podcast propio. Podéis echarle un vistazo aquí mismo.

viernes, 22 de enero de 2016

La hora de los enanos

Al Su Majestad se le acumula el trabajo desde hace unos días. Sospecho que no imaginaba hace tan solo tres meses que el asunto iba a ponerse tan complicado como lo está ahora. Lleva año y medio de reinado y el país es de facto ingobernable. Y bien que podría estarlo con que los dos partidos más votados alcanzaran un acuerdo de mínimos que garantizase la estabilidad durante los próximos dos años y medio, hasta aproximadamente el verano de 2018. Entonces se podría convocar de nuevo a los españoles a las urnas y, ya con las pasiones más calmadas y con la tímida pero real recuperación económica encarrilada, deshacer el bloqueo actual en una u otra dirección. Una legislatura corta, acompañada de un programa realista, breve y conciso sostenido sobre doscientos y pico escaños es, visto lo visto, quizá lo mejor que nos podría pasar. Pero no, aquí todo el mundo echaba pestes del bipartidismo; que si era el mal personificado, que si era la antesala de la dictadura, que si fomentaba las castas y los apaños, pero cuando se ha acabado resulta que teníamos bipartidismo porque no sabemos tener otra cosa.

viernes, 15 de enero de 2016

Lagrimeo y propaganda

Cuando el gran Santiago González escribió hace ya más de cuatro años “Lágrimas socialdemócratas”, aquella crónica del desparrame sentimental del zapaterismo, no podía ni imaginarse hasta donde iba a llegar la marea. Hasta aquí, querido maestro, y la pleamar avanza amenazando con derribar el dique. La democracia en España, que ha sufrido los embates de guerras, golpes de Estado y toda suerte de pésimos Gobiernos, no se yo si podrá aguantar esta penúltima arremetida del sentimentalismo podemita. Hace tiempo leí no se donde que la revolución que nos trae el partido morado –el de la gente decente, el pueblo… bueno, chico, ya tu sabe, que diría un cubano de Miami–, era una “eclosión emocional” (sic). Luego vino lo de la fábrica de amor (sic), lo de que tienen las entrañas llenas de mariposas (sic) y el sinfín de cursilerías impresas a fuego en Twitter que, por mucha mofa que hagamos de ellas, ahí quedan para la posteridad, para que sirvan a algún historiador del futuro a entender e interpretar correctamente esta época tan infantiloide que nos ha tocado vivir.

viernes, 8 de enero de 2016

Acabemos con el paro. Ahora

Daniel Lacalle, que es quizá el mejor economista español, al menos entre los que tienen presencia habitual en los medios, acaba de sacar un libro al mercado que es de lectura muy recomendable. Y no ya para los políticos –que esos, como es sabido, lo único que leen son los prospectos de las medicinas que son, precisamente, lo único que no hay que leer–, sino para la gente común, la que padece el carne propia el flagelo de desempleo y observa impotente como políticos y sindicalistas llevan décadas haciendo experimentos laborales, jugando con sus vidas, como jugaron con las de sus padres y como jugarán con las de sus hijos. El libro en cuestión se titula “Acabemos con el paro”, claro, directo y sin adornos, empleando esa primera persona del plural que le es tan cara a la izquierda populista. Lacalle, célebre por su estilo didáctico y su amplia sonrisa que no se desdibuja aun le pongan delante al rey de los gañanes –no digo nombres que luego todo se sabe– desgrana las recetas que harían del mercado de trabajo español lo más parecido a un edén. ¿Y a quién no le gustaría vivir en un edén laboral con tasas de desempleo minúsculas y, como consecuencia, desprovisto de los miedos que atenazan al español medio desde tiempo inmemorial a perder su empleo?


viernes, 1 de enero de 2016

Venezuela se desangra

Hace dos días Laura León, una joven de 21 años activista de Voluntad Popular, el partido del líder opositor encarcelado Leopoldo López, fue asesinada de cinco disparos cuando se resistía al robo de su automóvil. En cualquier otro país el asesinato de Laura León habría copado los titulares de los periódicos. Pero no en Venezuela. Allí morir a manos de un delincuente es algo tan cotidiano que los diarios apenas se ocupan de unos pocos sucesos, generalmente los más llamativos y escabrosos. El chavismo ha mutado en un régimen de escasez general, desorden callejero y criminalidad desatada en el que los asaltos están a la orden del día y mueren cada año asesinadas cerca de 30.000 personas. Para la gente común eso se traduce en un miedo cerval y permanente a casi todo, especialmente a salir a la calle.